viernes, 7 de mayo de 2010

Boyle-Mariotte


El químico irlandés Robert Boyle (1.627-1.691) y abajo, la portada de la obra del francés Edme Mariotte.
¿Einnnn?... ¿Qué pintan esos dos señores en un blog de montañismo?

En su momento formularon una ley que venía a decir que a igualdad de temperatura, una determinada cantidad de gas ocupa un volumen (V) que es indirectamente proporcional a la presión (P) a la que está siendo sometido: VP=K

Vale, me explico. Pues resulta que hace unos días he llevado a cabo un curioso experimento. Estando en las cercanías de la cima del monte Island Peak, en Nepal, a una altitud de unos 6.000 metros sobre el nivel del mar, vacié una botella de agua de plástico, y la cerré firmemente.

Pasados unos días, ya de vuelta, en Zaragoza (200m sobre el nivel del mar), la botella se habia colapsado. Estaba totalmente chafada, como si se hubiera creado el vacio dentro de ella.

¿Qué había sucedido?... Pues que el aire que contenía inicialmente la botella ocupaba un determinado volumen a la presión atmosférica de esa altitud (no llegaba a 500 milibares a 6.000 metros). Pero al descender de altitud, la presión había ido aumentando hasta pasar los 1.000 milibares o más, y eso hace que el volumen de aire de su interior se comprima, produciendo el espectacular colapso de la botella.

Se trata del mismo fenómeno que hace que si compramos unos frutos secos envasados herméticamente en Castellón de la Plana, y los subimos a más de 4.000 metros de altura, el aire que contiene la bolsa se expanda de forma llamativa pudiendo llegar a hacer que nos explote la bolsa y se nos desparrame el contenido por la mochila. Para muestra....

Vale, muy chulo, ¿pero tiene todo esto alguna utilidad que sea algo más que andar con cuidado de no se nos revienten las bolsas de frutos secos?
Pues sí, y es que esta alteración del volumen de los gases puede tener trascendencia en varios campos que nos interesan.

Cuidado con los envases. Además de andar con ojo con los alimentos envasados herméticamente, por si explotan, hay que pensar que los envases que llevemos a las altas montañas que contengan aire, al abrirlos tenderán a expulsar su contenido de forma más o menos violenta (tetra-bricks, tubos de pasta dentífrica, cremas...). Resulta curioso el tema de las cremas que contienen algo de aire y que con la altura aumenta el volumen del contenido dentro del envase. Al desenroscar el tampón empieza a fluir la crema espontaneamente, sin necesidad de apretar el tubo, de forma que si no andamos con ojo lo ponemos todo perdido...

La alimentación: Hay que recordar que los alimentos en su proceso de digestión, generan pequeñas cantidades de gas, que o bien se reabsorben en el propio intestino o se eliminan de forma natural... Pero si estando en altura consumimos alimentos que sean especialmente formadores de gas (legumbres, col, chicle, bebidas gaseosas...) la cantidad de aire que tendremos en el intestino ocupará varias veces el volumen normal, y os podéis imaginar la incomodidad de andar por el monte con la tripa como un tambor.


Sanidad: Determinadas enfermedades como el neumotorax espontáneo o tras un traumatismo (colapso de un pulmón con aire que sale de él y ocupa el interior de un hemitorax), son especialmente peligrosos en altura, especialmente si esos pacientes han de ser trasladados con helicóptero. Al despegar e ir ganando altura va disminuyendo la presión atmosférica , y el volumen del aire de dentro del tórax aumentará, poniendo en riesgo de colapsar el pulmón que queda sano... Es necesario tener en cuenta este fenómeno y actuar en consecuencia: habrá que perforar previamente el pecho del paciente mediante un dispositivo con una válvula (toracocentesis) a fin de igualar las presiones dentro y fuera del tórax.


Vaya, que si que hay que tener en cuenta la ley de Boyle-Mariotte

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen material, muy explicativo